martes, 18 de agosto de 2009

CONCLUSIÒN

A TRAVÈS DE ESTE TRABAJO PUDIMOS APRENDER MUCHO SOBRE OTON I.
REALMENTE TODAS LAS INTEGRANTES DEL GRUPO CONCORDAMOS EN QUE ESTA FORMA DE HACER TAREAS ES MUY BUENA Y DIDÀCTICA.
OTON FUE UNA FIGURA POLITICA MUY DESTACABLE EN EUROPA, SIGLO X, POR ESO ES MUY IMPORTANTE CONOCER SU HISTORIA, PARA CONVERTIRNOS CADA DIA EN PERSONAS MÀS CULTAS.
COMO SINTESIS PODEMOS DESTACAR QUE EL SACRO IMPERIO ROMANO FUÈ UN INTENTO DE REVIVIR EL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE, ENCABEZADO FUNDAMENTALMENTE POR OTÒN.

domingo, 16 de agosto de 2009

INTRODUCCIÒN: Biografía de Oton I


Duque de Sajonia (como Otón II, 936-961), rey de Alemania (936-973) y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (como Otón I, 962-973). Artífice de una profunda reorganización interna del reino alemán, auténtico fundador del Sacro Imperio Romano Germánico y vencedor de los magiares, Otón I fue sin duda la figura política más importante del siglo X europeo.Miembro de la dinastía liudolfina o sajona, era hijo del duque Enrique el Pajarero de Sajonia (876-936, rey de Alemania como Enrique I desde 920) y de su segunda esposa, Matilde de Westfalia. Poco se sabe de su infancia y primera juventud, salvo que recibió una fuerte influencia religiosa de su madre y que seguramente participó en algunas de las numerosas campañas militares de su padre. A los diecisiete años, en 930, se casó con Edith (915-946), hija del rey Eduardo de Inglaterra, a la que entregó como dote la próspera ciudad de Magdeburgo. Con Edith tendría una hija, Liutgarda de Sajonia (que casó posteriormente con el duque de Lorena) y un hijo, Liudolfo, luego duque de Suabia.Tras la muerte de Enrique el Pajarero, Otón fue elegido rey por los duques alemanes reunidos en Aquisgrán, el 7 de agosto de 936. Recibió la corona de manos de los arzobispos de Maguncia y Colonia y su coronación estuvo rodeada por inusuales signos de solemnidad procedentes de la tradición imperial carolingia, tales como la elección por parte de los duques, la aclamación del pueblo y la unción sacra.
Reinado 962-973
Coronación 2 de febrero de 962
Otros títulos Ducado de Sajonia, Rey de Alemania
Nacimiento 23 de Noviembre de 912 Wallhausen
Fallecimiento 7 de Mayo de 973 Memleben
Predecesor Berengario de FriuliSucesor Oton II
Dinastía Sajona
Padre Enrique I el Pajarero
Madre Matilde de Ringelheim

Importancia de Oton I

Desde el primer momento puso en marcha la consolidación de la autoridad real exigiendo a los grandes señores el cumplimiento de sus deberes de vasallaje. Paulatinamente fue situando a sus colaboradores y amigos en los feudos más importantes del reino, al tiempo que los obispos recibían poderes feudales sobre los territorios cercanos a su sede. Lorena y Borgoña pronto caerán en sus manos y en el año 951 tomará la zona norte de Italia apelando a la defensa de la reina Adelaida, que estaba siendo acosada por Berenguer II. Desde este territorio partió hacia el sur y tomó todo el reino italiano siendo coronado en Pavía. El rebelde Berenguer fue el beneficiario de esta conquista ya que, tras prestar juramente a Otón en el concilio de Augsburgo del año 952, recibió el reino mientras Otón se reservaba las marcas de Istria, Friuli y Verona para ser asignadas a su hermano Enrique de Baviera. Un nuevo foco de conflicto surge en la zona oriental al combatir las devastadoras incursiones de los húngaros, quienes serán derrotados en Lechfeld (955). Resuelto este problema surge uno nuevo con el levantamiento de su hijo Luidolfo, duque de Suabia. El sofocar este frente de conflicto le permitió fortalecer las fronteras orientales donde los eslavos presionaban. La muerte de Berenguer va provocar cierta tensión en Italia donde se produce la revuelta de su hijo Berenguer II. Otón había confirmado su posición como líder europeo por lo que sería coronado emperador por el papa Juan XII (962) lo que suponía la refundación del Sacro Imperio Romano Germánico, recuperando el esplendor conseguido con Carlomagno. Otón I realizó una férrea tutela del papado como se pone de manifiesto con la sustitución de Juan XII en el año 963, acusado de traición al no aprobar la intromisión del emperador en los asuntos eclesiásticos, situando en el pontificado a León VIII. Alemania se convierte en el centro del Imperio, consolidando sus fronteras que alcanzaban hasta Polonia por el este y Dinamarca por el norte y estableciendo nuevos obispados con los que extender el cristianismo en estos territorios. La situación en Italia se complicó por lo que Otón regresó a Roma para imponer el orden y asegurar a su partidario, el pontífice Juan XIII. Una vez en Roma destinó todas sus fuerzas a someter el sur de Italia, donde se habían hecho fuertes tanto musulmanes como bizantinos. Se alió con el príncipe de Capua y Benevento y estableció un tratado con el Imperio Bizantino, sellado con el matrimonio entre el príncipe Otón II y la princesa Teófano. Sin embargo, la actitud expansionista de Otón chocaba directamente con los estrechos lazos de numerosas ciudades meridionales con Oriente, oponiéndose contundentemente a la ampliación al sur. Otón, visto el rechazo, decidió abandonar Italia y regresar a Alemania, falleciendo en Sajonia en el año 973. Además del renacimiento político que supone el ascenso de Otón al poder debemos considerar la importancia de la actividad cultural durante su reinado, creando una importante corte literaria integrada por representantes de diferentes culturas: anglos, irlandeses, italianos y alemanes. El papel de la Iglesia en su reinado será fundamental, convirtiéndose en un propagador del cristianismo, otorgando una especial relevancia a los obispos.

Imperio de Occidente

El 25 de diciembre del año 800, el papa León III coronó a Carlomagno como emperador. Este acto originó un precedente y creó una estructura política que estaba destinada a jugar un papel decisivo en los asuntos de Europa central. Así mismo estableció la pretensión papal de elegir, coronar e incluso deponer a los emperadores, derecho que hizo valer, al menos en teoría, durante casi 700 años. En su fase inicial, el resucitado Imperio de Occidente se mantuvo como entidad política efectiva menos de 25 años tras la muerte de Carlomagno, ocurrida en el año 814. El reinado de su hijo y sucesor, Luis I, estuvo marcado por una contienda fratricida, de carácter feudal, que culminó en el 843 con la partición del Imperio.
A pesar de las disputas internas del recién creado Imperio de Occidente, los papas mantuvieron la organización y el título imperiales, principalmente con la dinastía Carolingia, durante casi todo el siglo IX. Sin embargo, los emperadores ejercieron escasa autoridad más allá de las fronteras de sus dominios. Tras el reinado de Berengario I (915-924), asimismo nombrado rey de Italia o gobernante de Lombardía y que fue coronado por el papa Juan X, el trono imperial quedó vacante durante casi cuatro décadas. El reino franco de Oriente también conocido como reino germano (alemán), gobernado de forma inteligente por Enrique I y su hijo Otón I, apareció como el Estado más poderoso en Europa durante esta época. Además de ser un soberano ambicioso y capaz, Otón I fue un ferviente partidario de la Iglesia católica, como queda revelado por los nombramientos que hizo de clérigos para altos cargos, por sus actividades misioneras al este del río Elba, y finalmente por sus campañas militares, a requerimiento del papa Juan XII, contra el rey de Italia Berengario II. En el año 962, como reconocimiento a los servicios prestados por Otón, el papa Juan XII le recompensó con el título y la corona imperiales
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Algunas imagenes del Imperio







Tensiones dentro del Imperio

Tras la fusión de las tribus germanas, causa de la creación de una serie de estados cristianos independientes en los siglos VI y VII, la autoridad política de los emperadores bizantinos prácticamente desapareció en Occidente. Al mismo tiempo, se dejaron sentir las consecuencias religiosas de la división de la Iglesia occidental, de modo particular durante el pontificado (590-604) de Gregorio I. A la vez que el prestigio político del Imperio bizantino declinaba, el Papado se mostró cada vez más resentido por la injerencia de las autoridades civiles y eclesiásticas de Constantinopla en los asuntos y actividades de la Iglesia occidental. La consecuente enemistad entre las dos ramas de la Iglesia alcanzó su punto crítico durante el reinado (717-741) del emperador bizantino León III el Isaurio, quien intentó abolir el uso de imágenes en las ceremonias cristianas. La resistencia del Papado al decreto de León culminó en la ruptura con Constantinopla (730-732). El Papado alimentó entonces el sueño de resucitar el Imperio de Occidente. Algunos papas estudiaron la posibilidad de embarcarse en el proyecto y asumir el liderazgo de ese futuro Estado. Sin fuerza militar alguna ni administración de hecho, y en una situación de gran peligro por la hostilidad de los lombardos en Italia, la jerarquía eclesiástica abandonó la idea de un reino temporal unido al reino espiritual y se decidió a otorgar la titulación imperial a la potencia política dominante en la Europa occidental del momento: el reino de los francos. Algunos de los gobernantes francos habían probado ya su fidelidad a la Iglesia; Carlomagno, que ascendió al trono franco en el 768, había demostrado una gran cualificación para tan elevado cargo, especialmente por la conquista de Lombardía en el 773 y por la ampliación de sus dominios hasta alcanzar proporciones imperiales.

¿Que fue realmente el Sacro Imperio Romano?

El Sacro Imperio Romano fue en realidad un intento de revivir el Imperio romano de Occidente, cuya estructura política y legal se hundió durante los siglos V y VI para ser sustituida por reinos independientes gobernados por nobles germanos. El trono imperial de Roma quedó vacante después de que Rómulo Augústulo fuera depuesto en el 476. Durante los turbulentos inicios de la edad media, el concepto tradicional de un reino temporal conviviendo con el reino espiritual de la Iglesia fue alentado por el Papado. El Imperio bizantino, con capital en Constantinopla (hoy Estambul, Turquía), que controlaba las provincias del Imperio romano de Oriente, conservaba nominalmente la soberanía sobre los territorios que anteriormente poseyó el Imperio de Occidente. Muchas de las tribus germanas que habían conquistado estos territorios reconocieron formalmente al emperador de Bizancio como su señor. Debido en parte a esta situación y también a otras razones, entre las que se incluye la dependencia derivada de la protección bizantina contra los lombardos, los papas reconocieron durante un largo tiempo la autoridad del Imperio de Oriente después de la abdicación forzosa de Rómulo Augústulo.